Escribo esto por fin, subido en un tren que me acerca a Maastricht. Fuera de toda previsión, son casi las once de la noche y todavía no sé si tendré que hacer algún cambio más. La mañana empezó bien: pagué el hotel de Helsinki y me fui a dar un buen paseo por la ciudad, haciendo tiempo para irme al aeropuerto. Después de ver otro trozo del centro (y hacer las correspondientes fotos) encontré una parada del bus 615, que finaliza en el aeropuerto. Ahí me quedo y, puntual como siempre, apareció a lo lejos el bus. Pero también pasó y raudo desapareció de mi vista y de la de otros perplejos viajeros que, maleta en ristre, también querían llegar al aeropuerto. ¡Eh! ¡pare! Ni caso, nadie sabe cómo se dice "pare" en finés, y aunque lo supieran.
Bien, llego por fin al aeropuerto (media hora más tarde, aunque al final llegué tres horas antes de la salida del vuelo) y me pongo en la larga cola de la facturación de SAS. Cuando me toca el turno, el tio me dice que si puedo cambiar el billete por uno de Finnair. Yo le digo que a qué hora llega. Naturalmente no me entero, así que le pregunto directamente la perogrullada: ¿pero llega más tarde o qué? Y me dice que sí, que "later". Pues hombre, verá... es que tengo que pillar en Amsterdam un tren a Maastricht y como no me sé los horarios, no querría quedarme tirado esta noche. El tio comprende mi mentirijilla (realmente sé que hay varios regionales hasta el final del día, pero no me apetece improvisar) y al final me da una plaza en el avión que tenía previsto. "Vaya, estaba guardando plazas para los amigos", pensé yo.
Bien, todo normal... tenía una hora y pico por delante antes de embarcar, así que miro la red inalámbrica y decido que por ocho euros merece la pena comprar una hora de acceso. Menos mal, así he podido borrar unos 130 mensajes. Mañana lunes me lo ahorro :-)
El vuelo, sin novedad. Al estar operado por Blue-1 en lugar de SAS, me han dado de malcomer gratis y ¡hasta me han ofrecido doble bebida! Además, el avión, un Avro RJ-85, me ha molado bastante. Es pequeño (90 personas), nuevo, y tiene poco ruido en el interior pese a que tiene cuatro reactores.
Bien, llego a Amsterdam y compro el ticket en la máquina. Empeñado en usar la máquina, para tirar de la tarjeta de débito de Gregorio sin tener que hacerme pasar por él ante el tio de la taquilla ;-) Pero la máquina se negaba a explicarse en inglés. Probé varias hasta que una, por fin, se dejó cambiar de idioma. Sin novedad, compro el billete y cojo el tren previsto. A Duivendrecht, por favor.
En Duivendrecht tenía que transbordar al tren que me llevaría a Maastricht. Pero se retrasaba. Por fin, empiezan a decir por la megafonía no sé qué sobre Utrecht Centro y tal. Yo no me entero. Pero los trenes a Maastricht no pasan. Pregunto a unos y a otros en mi tremendo inglés, y por fin un empleado me sugiere que coja el tren de la misma vía pero que retrocede a Amsterdam Centro. Y allí ya veremos.
Bueno, pues llego a Amsterdam Centro. Nuevamente no tengo ni idea de lo que hacer. Pregunto a una empleada del tren y me dice, que coja aquél de allí, que va a Duivendrecht. ¡Pero oiga, si vengo de allí y está cortado! ¿Ah sí?, no sé... me contesta. Total, que la empleada no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Eso sí, no paraban de llamarla por el móvil. Sería su madre, supongo. Finalmente alguien del mogollón dice "Platform Five!!!" Corriendo me voy para allá (como Vicente, donde iba la gente) y veo que en el cartel pone "Maastricht". ¡El mío! Pues nada, para adentro... paso por una puerta y está petado. No quepo... corro a otra puerta y ahí sí quepo. Bueno, pues fenomenal. Pero hace un calor que no se puede parar. Entro en la parte de asientos y no cabe un alfiler. Pero al menos hay aire acondicionado (ha vuelto el verano a Holanda).
A todo esto una chica me dice que sujete la puerta para que salga aire frío a donde está el mogollón de pie. Yo le digo que solo tiene que sujetarse ella misma la puerta ;-) Al final, tanto farfullar en inglés y resulta que la tia entendía el español ... en fin ;-)
Llegamos a Eindhoven y tal como sospechaba, algo no iba bien. En efecto, el tren "a Maastricht" no pasaba de Eindhoven. Bueno, pues me bajo. Miro el horario y veo que el siguiente pasa dentro de cuarenta minutos. Me digo, pues a dar una vuelta por la clásica ciudad industrial. Al mal tiempo buena cara (y unas cuantas fotos, como siempre).
Por fin, llega este tren. Pone Maastricht pero los vagones están vacíos. No sé, pero como estoy muy cansado, me siento en el tren y me pongo a escribir este rollo. El tren avanza y aquí no se sube nadie. Sigo solo en el tren fantasma. Debe ser por la hora. Son las once menos diez de la noche. Una hora menos en Canarias.